26 enero 2010

Wicked game (Travesuras)


Bajo la tela desnuda, caída sobre cada curva descrita de una silueta perfecta de mujer, se dejaba intuir una piel blanca casi intocablemente cristalina. Tacones insinuantes que hacían denotar la largura de unas piernas idealizadas por cualquier hombre, manos delicadas y cuidadas como pétalos de rosas recién brotadas ante la luz. Cabello esparcido como por casual sobre el abrigo, con un toque de media humedad casi calibrada para dar a ver reflejos azules en cada ondulación. Me fijé en ella al entrar al restaurante, la vi de espaldas cuando el gerente se ofreció a recoger su abrigo. El vestido que llevaba le daba un matiz de glamour con cierto carácter de intocable para mí. A medida que dejaba caer el abrigo de sus brazos, mi intuición iba demostrándose, piel de cristal, espalda modelada en alabastro, vértebras ensambladas a precisión, dando forma a un paisaje entre delicado y perverso, cualquier juez precintaría por llevar a la locura al más frío de los mortales... No podía dejar de mirarla, creo que mi mirada descodificó cada detalle de su cuerpo...